El acortamiento del tiempo de ejecución del tratamiento es una de las ventajas más importantes. Sin embargo encontramos otras ventajas no menos importantes como:  Realizar todo el procedimiento en un solo acto, de manera que el paciente no tiene que someterse a dos cirugías.  Pasa sólo por un postoperatorio. Tiene que tomar medicación sólo una vez. El coste final del tratamiento se reduce ya que todo se realiza en una sola visita.

Para poder realizar un implante inmediato tras la extracción dental es necesario reunir una serie de requisitos. Entre ellos, el más importante es que no haya una lesión infecciosa asociada al diente que se va a extraer. En estos casos la probabilidad de fracaso del implante por causa infecciosa se incrementa notablemente. También ha de haber suficiente disponibilidad de hueso: En ocasiones las raíces fusionadas de una muela hacen que tras la extracción quede un orificio de tales dimensiones que no permite la colocación del implante por falta de estabilidad. En estos casos hay que extraer el diente primero y esperar unas semanas para que se produzca un mínimo relleno óseo del hueco antes de colocar el implante.

El procedimiento es exactamente igual que cuando realizamos un implante diferido, por lo tanto no hay diferencias. Durante el tratamiento no siente ninguna molestia ya que el procedimiento se realiza mediante anestesia local (el mismo tipo de anestesia que se utiliza para realizar un empaste). Una vez finalizado el tratamiento el paciente puede tener un ligero postoperatorio durante uno o dos días que se controla totalmente con un analgésico convencional.